Declaración del Plenario “Carlos Fuentealba”
del Encuentro Sindical de Base
trabajadores y trabajadoras de distintos sectores de trabajo expresamos:
Durante este año se están discutiendo Convenios Colectivos que involucran a unos 3,5 millones de trabajadores de distintas fracciones de la clase. Muchos de esos Convenios tienen una serie de conquistas que se remontan a 1975, y que las patronales con la complicidad de la burocracia sindical ha tratado de liquidar a lo largo de estos últimos 30 años. Esas conquistas ¿a que se debieron? A que la clase trabajadora se encontraba a la ofensiva, eso significa que obtenía victorias, y que las mismas permitían ganar posiciones al capital. Esta situación se da en un proceso de acumulación que va desde 1935 a 1975, con el renacimiento del sindicalismo clasista a partir del cordobazo y rosariazo de 1969 y las experiencias en el punto más alto de aquel auge, las Coordinadoras de Gremios en Lucha a mediados de 1975.
Este proceso se cierra con el golpe contrarrevolucionario de 1976, donde la clase obrera es derrotada, en todos los planos: político, económico, ideológico y militar, lo que trajo aparejado la eliminación física de decenas de miles de activistas obreros y del campo popular. A partir de allí las patronales ganan un período de estabilidad que les permitirá pasar a la ofensiva, ganar nuevamente terreno avanzando sobre las conquistas obreras. Esta situación que se daba en nuestro país, se reproducía, con diversas particularidades a nivel internacional.
A esto debemos sumarle la década del 90, con su ofensiva neoliberal, que dio un nuevo golpe a los trabajadores. Las derrotas sufridas en las privatizaciones tuvieron como consecuencia una gran masa de desocupados que presionó sobre los trabajadores ocupados que vieron incrementar los niveles de explotación (aumento de los ritmos de trabajos, la precarización laboral, acuerdos salariales a la baja).
Pero comenzó un lento período de resistencia y despertar de los trabajadores y el pueblo, ocurrió el Santiagueñazo, siguió Cutral-Co, Mosconi y con los años, las más diversas luchas empezaron a extenderse por el país. Producto del paciente trabajo del activismo, los estallidos y revueltas encontraron ámbitos permanentes de organización, dejando cada vez más saldos en conciencia y organización. El lento despertar del que hablamos tuvo su punto más alto en la Rebelión Popular de diciembre de 2001.
A la Rebelión llegamos con una crisis abierta entre las distintas fracciones de la burguesía. A esto se sumaba que la interna del PJ no estaba resuelta; los partidos tradicionales muy debilitados (Elecciones de Octubre de 2001); y la pérdida de rumbo del gobierno de De la Rúa , todos estos elementos se combinaron e hicieron explotar la crisis.
Toda esta situación lanzó a sectores de masas a la acción política independiente, numerosos sectores populares se lanzaron con fuerza a la lucha reivindicativa y ganaron posiciones, dando un salto de lo reivindicativo a la lucha política contra el gobierno.
La burguesía busca en el 2002 y 2003 recomponer la gobernabilidad que se encontraba cuestionada por las masas, que a partir de diciembre de 2001, irrumpían en la vida política del país y lo hacían en las calles, movilizadas, organizadas en Asambleas Populares. Ante esta situación la burguesía con Kirchner se ve obligada a levantar algunas banderas de aquel diciembre del 2001. El triunfo de Kirchner, en las elecciones de 2003, da inicio al "estilo K": el nuevo presidente asume con la necesidad de las patronales de cerrar la crisis abierta en el 2001 y restablecer la estabilidad social y política del régimen.
El peronismo K percibió el estado de ánimo de los de abajo. Y así se produjo un operativo de alto vuelo y con el acuerdo de algunos sectores burgueses decisivos, adopta la estrategia de “barajar y dar de nuevo” en oposición a la “vieja política”. Y no nos referimos solamente a la convertibilidad, al quiebre inevitable del 1u$s = 1$ - asumido por el gobierno provisorio de Duhalde-, sino también en la idea de reconstruir “la confiabilidad en las instituciones del régimen”. Entonces, es el propio gobierno que sale a plantear los aumentos salariales por decreto, (recordemos los $150). Esto fue un intento de apaciguar aguas turbulentas, pero lejos de lograrlo jugó como un elemento revulsivo.
Los trabajadores nos animamos a más. Empezamos a escupir el polvo de años y años de derrotas y poco a poco nos pusimos de pie. No debemos olvidar que a la gran desocupación de los ’90, la acompañaron 15 años sin aumento salarial y procesos inflacionarios del período, que golpearon más de una vez al salario y las mesas obreras.
Es en este contexto que en los años 2003- 2004 comienzan a darse una serie de luchas importantes por el salario y la reducción de la jornada laboral por condiciones de insalubridad (Subte) que empiezan a dar signos de un lento recomponer de las fuerzas obreras. Las campañas por las 6 horas de trabajo, conflictos nacionales como los de telefónicos y ferroviarios, docentes en diferentes puntos del país, ceramistas de Neuquén, mecánicos con el SMATA a la cabeza, la lucha de los trabajadores/ as del Htal. Garrahan, y decenas de conflictos subterráneos o que no aparecieron en los medios de comunicación, fueron, sin lugar a dudas, fortaleciendo al activismo obrero. Esta situación social es diferente a la década de los ’90, período en que vivimos una sucesión de derrotas. Los trabajadores después de años de soportar el deterioro salarial, la precarización laboral, empezamos a decir basta. Este fortalecimiento se dio y se da en la fragua de la lucha.
Estos procesos fueron forjando un extendido sentimiento anti-burocrático que se apoyó en la movilización de los propios trabajadores producto de la bronca acumulada por años, sentimiento que permitió recuperar algunas direcciones (juntas internas, delegados y seccionales) , las cuales comenzaron a desarrollar métodos de participación y decisión democráticos de los trabajadores.
Así llegamos a este 2007 y a las actuales luchas. El movimiento obrero está atravesando una situación de paritarias en las cuales nuevamente el gobierno intenta establecer un techo para la actividad privada del 15%, y para la estatal uno del 20% aproximadamente. En esta lucha por el salario y contra las migajas nuestra clase trabajadora pone nuevamente sangre proletaria y militante en las calles, esta vez la de Carlos Fuentealba, el compañero trabajador docente, fusilado por las balas asesinas del Estado. Es en este escenario que se torna indispensable levantar el ejemplo de solidaridad, sacrificio y de lucha, de Carlos, al igual que su nombre para que esté vivo y presente en cada trabajador/a, exigiendo el castigo a los responsables políticos y materiales de este asesinato. Pero a la vez debemos intentar coordinar y unir cada reclamo por salario y por condiciones dignas de trabajo. No debemos permitir que dividan y aíslen estas luchas.
Reivindicando el contenido y la vigencia de nuestras 2 declaraciones anteriores, asumimos el desafío de construir al Encuentro Sindical de Base (ESB) como una Corriente Sindical que intenta agrupar a una porción de la clase que está peleando, y que a la vez comienza a buscar un nuevo reagrupamiento, bajo una perspectiva clasista y de base.
El ESB como corriente militante, en primer lugar, tratará de llegar a ese nuevo activismo obrero a través de la propaganda, difundiendo aquellas experiencias de luchas que vienen construyéndose desde abajo. En segundo lugar, intentaremos ser promotores de construcción en los lugares de trabajo buscando cavar trincheras, en el único lugar donde tenemos que cavarlas; en las bases, el corazón y la conciencia de la clase trabajadora. Por otro lado, seguiremos buscando los marcos de unidad necesarios para aportar al reagrupamiento de los sectores antiburocráticos y clasistas: en este sentido cpontinuamos apostando al Movimiento Intersindical Clasista (MIC) dando el debate fraternal pero sin dejar de sentar posiciones buscando conformar con política de Frente Único un bloque a su interior que levante en forma consecuente el programa de 14 puntos, poniendo ejes de unidad con políticas netamente contrapuestas a aquellas posiciones , que a nuestrop entender, producen más confusión en la clase. A la vez, buscaremos impulsar iniciativas y propuestas que permitan desarrollar y/o potencializar las luchas que vienen dando nuestra clase trabajadora, intentando romper los “corralitos” que les imponen, no sólo la burocracia sindical, sino muchas veces los corporativismos, el sectarismo, el oportunismo, y las políticas erradas de muchos compañeros y/o agrupamientos de luchas, políticas que consideramos erróneas porque aíslan y llevan, tarde o temprano, a la derrota las luchas obreras.
A los/as activistas obreros/as, a las agrupaciones obreras, a los delegados de base, a los representantes sindicales; a los/as trabajadores/ as que buscan un lugar de construcción y de elaboración colectiva; a los que buscan romper con el corporativismo sindical para unirse a otros/as trabajadores/ as de otros sectores: desde esta posición y perspectiva los convocamos a unirnos en una herramienta sindical clasista y de base. Para ello ponemos al Encuentro Sindical de Base y al periódico sindical El Mortero, a disposición de todos/as los trabajadores/ as, para construir en cada lugar de trabajo, en cada taller o fábrica un nuevo sindicalismo democrático, clasista, honesto y de lucha que de pelea, por cada una de nuestras reivindicaciones, hasta barrer, algún día, a los patrones y sus gobiernos, terminando con la explotación y la opresión, y aportando a construir una nueva sociedad, donde los intereses históricos de nuestra clase trabajadora sean la guía y el camino.
Compañero trabajador, compañera trabajadora, hermano de clase: en nuestras manos, no sólo está la producción y el fruto del trabajo, sino también está el futuro de una vida digna para nosotros, nuestros hijos y las futuras generaciones.
¡TODOS SOMOS CARLOS FUENTEALBA!
UNIR Y COORDINAR LAS LUCHAS POR :
SALARIO BÁSICO IGUAL A LA CANASTA FAMILIAR
Y CONDICIONES DIGNAS DE TRABAJO.
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