5 may 2007

INCINERADORES DE RESIDUOS PATOLOGICOS, FABRICAS DE CANCER

Tucuman, 4 de mayo de 2007.
(Por José Carlos Gaguine jose_c_gaguine@yahoo.com.ar)
Un reciente estudio publicado por el Instituto de Vigilancia Sanitaria de Francia revela el nexo existente entre vivir en las cercanías de un incinerador de residuos y el riesgo de contraer cáncer. Dicho estudio, abarcó cuatro departamentos de Francia que totalizan una población de 2,5 millones de personas. Allí se detectaron 135.567 casos de cáncer en el período 1990-1999. Se constató que el riesgo de contraer cáncer entre quienes estuvieron expuestos a las emisiones de las plantas incineradoras aumentaba un 6,8% en el cáncer de hígado y un 4,8% en el cáncer de pecho entre otros.

La Organización Mundial de la Salud, por su parte, en su documento “Gestión sin riesgos de los desechos generados por la atención de salud” del año 2004, propone trabajar la problemática aplicando estrategias a corto, mediano y largo plazo, para lograr aplicar políticas adecuadas que permita elegir tecnologías idóneas a la problemática. Es de destacar que el mencionado documento recomienda como estrategia a corto plazo la “investigación y promoción de nuevas tecnologías o de alternativas a la incineración a pequeña escala. Mientras los países en transición y en desarrollo no tengan acceso a opciones de gestión de estos desechos más seguras para el medio ambiente y la salud, la incineración puede ser una solución aceptable si se lleva a cabo debidamente. Los elementos clave del funcionamiento adecuado de los incineradores son la reducción efectiva y la separación de los desechos, la ubicación de los incineradores lejos de zonas pobladas, un diseño técnico satisfactorio y un mantenimiento periódico…”

La incineración de residuos libera al medio ambiente, contaminantes sumamente tóxicos. Estas emisiones se dan en forma gaseosa (a través de los gases de chimenea y de emisiones fugitivas), líquida (efluentes de los dispositivos de lavado de gases) y sólida (cenizas y filtros).
Las empresas de incineración no realizan un monitoreo continuo de los gases de las chimeneas y las autoridades “competentes” tampoco un control periódico del funcionamiento normal de dichas plantas. Entre los contaminantes tóxicos emitidos por los incineradores se encuentran dioxinas y furanos, metales pesados tales como plomo, cadmio y mercurio, gases de efecto invernadero, gases ácidos y partículas ultra finas
Las dioxinas son Compuestos Orgánicos Persistentes (COPs). Son sustancias sumamente tóxicas aún en muy bajas concentraciones, persisten en el medio ambiente por períodos prolongados sin degradarse, se concentran en los tejidos grasos de los organismos vivos, se van acumulando a medida que asciende la cadena alimenticia (proceso llamado biomagnificación), y se transmiten de la madre al bebe durante la gestación o la lactancia. La Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. ha concluido que la fuente más importante de exposición a las dioxinas es la alimentación.
Por otra parte, estos compuestos pueden ser fácilmente transportados tanto por agua como por aire, desde la incineradora que le dio origen a puntos muy alejados.
Las dioxinas son causantes de una variedad de problemas en la salud, incluyendo malformaciones congénitas, desarrollo anormal del feto, alteraciones en el sistema inmunológico y en el sistema hormonal, desórdenes en el comportamiento, aumento en la incidencia de diabetes, retraso en el desarrollo, y cáncer. La más tóxica de las dioxinas (2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina) ha sido clasificada como “cancerígeno humano cierto” por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, dependiente de la Organización Mundial de la Salud.
Los metales pesados presentes en los materiales que ingresan al incinerador no se destruyen en el proceso de incineración, sino que son liberados íntegramente a través de sus efluentes. Entre los metales pesados emitidos al medio ambiente durante el proceso de incineración se encuentran el cadmio, plomo, mercurio, titanio, cromo, manganeso, hierro, bario, cobre, zinc, estroncio y estaño.
Los metales pesados generan una serie de daños a la salud de los seres vivos, incluyendo disfunciones neurológicas, alteraciones en el sistema inmunológico, malformaciones congénitas, problemas en los riñones y los pulmones.
La incineración de residuos es una importante fuente de emisión de mercurio al medio ambiente. El mercurio es bioacumulativo, y produce daños en el organismo a dosis muy bajas. Ataca el sistema nervioso central, puede dañar los riñones y los pulmones, y puede atravesar la placenta y la barrera hematoencefálica.
Entre las partículas que la incineración libera a la atmósfera se encuentran las partículas ultra finas, que por su ínfimo tamaño no son capturadas por los equipos de control de la contaminación. Son por ende liberadas a la atmósfera, donde pueden permanecer por períodos prolongados, e ingresan fácilmente al organismo ya que tampoco son filtradas por los mecanismos naturales del cuerpo.
Estas partículas transportan metales pesados, dioxinas y compuestos similares. Algunos metales pesados, al ser liberados en forma de partículas ultra finas, adquieren mayor potencial de daño ambiental y sanitario que el que tenían en la masa original de residuos.
Las partículas ultra finas han sido relacionadas con una variedad de problemas en la salud, incluyendo asma, problemas en el funcionamiento de los pulmones y problemas cardíacos.
La incineración de residuos también contribuye en las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono.
También emite gases ácidos, como óxidos de azufre y dióxido de nitrógeno, entre otros. Estos gases son precursores de la lluvia ácida y tienen una variedad de efectos en la salud, provocando especialmente problemas respiratorios.
Además de las dioxinas y furanos, los incineradores emiten otros COPs tales como los bifenilos policlorados, bencenos clorados y naftalenos policlorados, y otros compuestos como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH) y compuestos orgánicos volátiles (VOC). Todas estas sustancias son altamente tóxicas, y causantes de una variedad de problemas a la salud.
Además de las emisiones gaseosas, dichos incineradores generan cenizas y efluentes líquidos que no suelen ser tenidos en cuenta. Sin embargo, estos también contienen un una gran cantidad de compuestos químicos. De hecho, mientras más efectivos son los filtros y los dispositivos de control de la contaminación aérea, mayor es la concentración de tóxicos en las cenizas y los efluentes.
Estos son sólo algunos de los compuestos que han sido identificados en las emisiones de los incineradores. Sin embargo, quedan muchos más por identificar, y por definir qué impactos tienen sobre el medio ambiente y la salud de la población.
De acuerdo al Dr. Raúl A. Montenegro, Presidente de FUNAM. Profesor Titular de Biología Evolutiva Humana en la Universidad Nacional de Córdoba. Director de la maestría en Gestión Ambiental de la FICES (Universidad Nacional de San Luis). Ex Rector de la Universidad Libre del Ambiente (ULA). Premio Global 500 de Naciones Unidas (1989), la incineración está siendo descartada como método general de tratamiento para los residuos peligrosos. En Estados Unidos la oposición pública logró que se rechazaran o abandonasen, desde 1985, unas 280 propuestas de instalación de incineradores. Otros diez intentos de construcción fueron anulados en los últimos 15 años en Australia, sin dejar de mencionar similares situaciones en países como Gran Bretaña, Irlanda, Bélgica. Esto ha llevado a que empresas europeas y norteamericanas dedicadas a la fabricación de hornos incineradores de residuos patológicos amplíen sus mercados hacia países en vías de desarrollo, donde los controles son escasos y la legislación más permisiva o inexistente.
¿Y POR CASA COMO ANDAMOS?
La empresa Transportes 9 de Julio S.A. es la responsable de la recolección, traslado y disposición final (incineración) de los residuos generados por todos los centros de salud de la ciudad de San Miguel de Tucumán y de ciudades aledañas. En la zona conocida como Los Vazquez, a escasos 8 km del centro de la ciudad la empresa posee su planta operativa donde funcionan sus áreas administrativas, taller de mantenimiento de flota automotor, el “antiguo” sitio de disposición final de los residuos sólidos urbanos (hoy reemplazado por el predio de Pacará Pintado) y además en ese lugar se emplazan los hornos pirolíticos para la incineración de los residuos patológicos.
Cualquier desprevenido que circule por el lugar, particularmente en horas de la tarde-noche podrá observar la permanente bruma que invade el ambiente con el riesgo que esto implica para la salud, como ya fuera puntualizado, sumando a ello, el riesgo secundario aunque no menos importante, del peligro que significa circular por el Autopista que atraviesa el paraje, en medio de una nube espesa que cubre la carpeta asfáltica reduciendo la visión de los conductores que por allí transitan.
Vecinos de la zona consultados afirman que la emisión de humos es permanente y que si el viento no “ayuda” la nube queda por horas transformando el aire en irrespirable. Aseguran también que ningún funcionario se acercó al paraje: “solo vienen a pedirnos votos y nunca más”, terminó con un dejo de resignación una vecina interrogada al azar. Hay que recordar que lindante al predio de la empresa, se encuentra un barrio popular con más de 200 familias que reciben la carga de gases casi de manera directa, sin olvidar, por supuesto, que los mismos empleados de la empresa están respirando las emisiones tóxicas a toda hora, poniendo de manifiesto una vez mas la insensibilidad empresaria que seguramente no desconoce los daños que está provocando en ellos.
Si bien no se poseen cifras oficiales al respecto, se calcula que la empresa incinera en dichos hornos más de 100 mil kilos de residuos por mes, por los que cobra a los diferentes generadores casi $1/kilo. Es evidente que el negocio “cierra” en todos sus ciclos y mucho más evidente es que la inversión que la empresa realiza para que el funcionamiento de dichos hornos sea apropiado o para suplantarlos por técnicas modernas que resguarden la salud pública es NULA.
Junto a la irresponsabilidad de la empresa, debe sentarse sin dudarlo la inoperancia/complicidad de los entes oficiales que deberían ser vigilantes permanentes de la gestión de la prestadora y que miran hacia otro lado ¿desinteresadamente?...
No podríamos terminar esto sin dejar de decir también que si la responsabilidad social del empresariado son sólo lindas palabras en coloquios que nunca llegan a transformarse en hechos concretos, y nuestros representantes están “ocupados” en otras cuestiones por estas horas, deberíamos pensar que a nosotros también nos cabe una responsabilidad y es tan ineludible como urgente: la de defender la salud y el futuro de los nuestros. Esperar que otros lo hagan por nosotros, por ahora parece solo un deseo imposible y lejano.-

FUENTE: AGENCIA WALSH

No hay comentarios.: