5 jun 2008

PARTIDO REVOLUCIONARIO GUEVARISTA RUSO: LA CRISIS DEL REFORMISMO

La disputa que hoy enfrenta entre si a sectores de la propia burguesía, tiene por supuesto, varias lecturas. Esta claro que básicamente es una disputa por establecer una nueva distribución de la tasa de ganancia entre las distintas fracciones de la misma, que a esta altura se ha transformado, por la cerrazón del gobierno, y los intereses de las multinacionales y el gran capital a los cuales esta atado, en una clara disputa política cuyas consecuencias, en el corto y mediano plazo, necesitamos seguir con la máxima atención. Lo que también es evidente, es que para el gobierno ya nada será igual que antes. El sólido apoyo que tenia del conjunto de la burguesía, en el marco del florecimiento de los negocios de todos ellos, se le ha comenzado a escurrir, y todas las cuestiones, que hasta ayer eran tolerados o aceptados como un mal necesario en función del objetivo de restablecer el orden y la gobernabilidad del sistema, después de la fenomenal crisis del 2001, hoy son severamente cuestionados por estos mismos sectores, a los cuales ya les resultan insoportables la soberbia, el autoritarismo, la demagogia, el hegemonismo, los manejos y el doble discurso del matrimonio presidencial. Los Kirchner se están transformando rápidamente en una carga molesta para la propia burguesía, y no podemos descartar que si el conflicto se prolonga y se extiende a otros sectores, decidan sacárselo de encima, considerando que ya cumplieron con el papel que tenían que cumplir. Lo concreto es que el aislamiento y la perdida de consenso de los mismos crece exponencialmente, y los pocos aliados que consiguen, como los D Elia, De Petri, Moyano, Patria Libre, los radicales K, el Frente Grande, un grupo del Partido Socialista y el PC, entre otros, no solo son impresentables, sino que también, poco pueden aportarle en esta coyuntura. La toma de distancia y el enfrentamiento al gobierno de referentes del propio PJ, como Reutemman, De la Sota, Duhalde, Barrionuevo, Juez y otros, son también un síntoma de esto que señalamos, a lo que se agrega la imposibilidad por ahora de cerrar el promocionado acuerdo del bicentenario con la UIA, los bancos y la CGT. No en vano el viejo olfato de la iglesia se a puesto en marcha, y ha convocado a una reunión de urgencia del Episcopado dado que consideran que la paz social esta en peligro... ¡¡cuando el río suena¡¡... Entre tanto la burguesía opositora se mueve con cuidado, sabe que la situación es delicada y que no deben tirar demasiado de la cuerda, pues pueden empujar a la lucha a la clase obrera ocupada y desocupada que soporta la inflación, la suba descomunal de los precios, los bajos salarios, los malos transportes, el aumento galopante de la pobreza, y ahora se ve amenazada por los despidos y suspensiones, por eso tratan de garantizar el abastecimiento a las grandes ciudades y mantener bajo control al movimiento. De todas maneras mientras el conflicto se mantenga en los marcos de un enfrentamiento interburgues y se desarrolle bajo la dirección de cualquier fracción de la misma, no es posible hacerse ilusiones de que se produzcan cambios que alivien la situación de los trabajadores. Para que esto sea posible, es necesario que la clase obrera avance en su independencia como clase, y sea capaz de levantar su propio programa de cambios políticos, económicos y sociales.
Aquí, en este punto, radica lo fundamental del problema. En verdad hay poderosas razones políticas que han impedido hasta ahora que nuestra clase pueda jugar este papel. Uno de ellos es que el gobierno, las patronales y la burocracia sindical se han encargado sistemáticamente de despedir, perseguir y aplastar todo intento de recomposición del clasismo en el movimiento obrero. Decenas de presos políticos, ataques de las patotas, centenares de despedidos y miles de procesados, entre delegados, comisiones internas y dirigentes sociales, es el precio que nuestra clase esta pagando para conquistar su independencia de clase. El otro problema es el peso mayoritario del reformismo y de las políticas que alientan la conciliación y la colaboración de clases en las filas obreras. Este reformismo y el espíritu de colaboración con la burguesía que lleva implícito, es alimentado sistemáticamente por diversas corrientes que con distintos nombres y rostros, mantienen maniatados a los trabajadores a los intereses de los mismos. El actual conflicto ha tenido la virtud de mostrar esto en toda su desnudez. Mientras el conflicto social se mantenía amortiguado, estas corrientes podían en mas o menos, hacer poses de combativos, plantear una que otra exigencia. Pero fue suficiente que la burguesía se dividiera, para que unos se viesen arrastrados a la defensa del gobierno, y otros se pronunciaran en defensa de la burguesía agraria. Allí están defendiendo al gobierno una parte de la CGT, la CTA, el PC, una serie de movimientos sociales e intelectuales, y del otro lado, cerrando filas junto a la burguesía agraria el PCR y la CCC, el MST, Convergencia Socialista y otros. Todos ellos, con uno u otro lenguaje y ocultándose en diversas ideologías, contribuyen a mantener atada a nuestra clase al carro de la burguesía. Y lo hacen en momentos en que el reformismo, mas verbal que real del gobierno, o las poses contra los monopolios y las multinacionales que ahora comienzan a balbucear los dirigentes de la F. Agraria, muestran toda su impotencia para enfrentar a los mismos, y para alivianar, aunque sea mínimamente, los problemas de los trabajadores y los sectores populares. Tanto en América Latina como en nuestro país, la crisis política e ideológica del reformismo no tiene solución. Estas fuerzas están obligadas por su propia política a girar en torno de una u otra fracción de la burguesía, intentando, si es que no renunciaron de antemano, realizar algunas reformas en los marcos del capitalismo, cuando en realidad de lo que se trata es de barrer con el mismo.
No reconocer esta necesidad, negarse a encarar dicho problema, significa desconocer la actualidad, necesidad y posibilidad de la revolución socialista en nuestro país y en América Latina. Significa en los hechos atar a la clase obrera y a los campesinos pobres al carro de la burguesía, despertar ilusiones en una u otra fracción de la misma, tal como hicieron muchas de estas corrientes cuando Kirchner comenzó su mandato. Negar la actualidad y necesidad de la revolución socialista, es negar precisamente la posibilidad de que nuestra clase intervenga en las luchas políticas con su fuerza de gigante, es limitarla a la lucha puramente económica, por aumentos de salarios que son rápidamente devorados por los aumentos de los precios, pedir mayores subsidios para los compañeros desocupados cuando millones de hectáreas de tierras están en manos de un puñado de propietarios, reclamar mas comida para los comedores, cuando se producen alimentos para mas de 400 millones de personas. El reformismo significa enchalecar a la clase obrera del campo y la ciudad para reducirla a la impotencia. Impedirle que se transforme en el caudillo y dirigente de todos los explotados. Impedirle que en esta situación pueda levantar con fuerza las banderas de que “Hay que echarlos a todos”, al gobierno, a las multinacionales, a los pool, a los terratenientes, socializar los puertos, el comercio exterior, el petróleo, el gas, el transporte y que bajo estas banderas pueda arrastrar tras de si, a los campesinos pobres, a los pequeños chacareros y comerciantes y cuenta propistas del campo y la ciudad, a quienes el propio desarrollo del capitalismo los arrastra a la crisis.
Sobre la necesidad de la revolución socialista, deberían reflexionar incluso los compañeros que correctamente levantan la consigna de “Ni con el gobierno, ni con la oligarquía”. La consigna en si es justa, si al mismo tiempo se reconoce y se plantea la necesidad del socialismo y de llevar adelante una revolución que instale un gobierno de los trabajadores y el pueblo. Si se propagandiza sistemáticamente la misma entre los trabajadores, si se organizan las fuerzas obreras y populares para llevarla adelante. Pero esta misma consigna pierde todo su significado si se la vincula a la exigencia “del reparto de la riqueza”. Los compañeros deberían reflexionar que hoy, esta misma consigna, es agitada frente a los trabajadores y los pobres tanto por los burócratas de la CTA, el propio gobierno, la Carrio, los líderes de la F. Agraria, D Elia, Macri y tantos otros oportunistas y reaccionarios que se esfuerzan por ilusionar a los trabajadores con la famosa teoría del derrame. Por supuesto que no cometeremos la torpeza de vincular a estos compañeros con semejantes personajes. Lo que si queremos decir es que nuestras consignas deben ser lo suficientemente claras y precisas, como para desenmascarar a todos los reaccionarios y oportunistas que intentan confundir a nuestra clase. Y la consigna de la distribución de la riqueza, desde el momento en que estos personajes la pueden agitar, se presta a eso.
Esto es así, porque en definitiva se trata de establecer quien distribuye la riqueza. Si lo continua haciendo la burguesía, nada cambiara substancialmente. En cambio si lo hacemos los trabajadores, el cambio será total, profundo y revolucionario. Con las tierras, los alimentos y las fabricas en nuestras manos, alguien podrá pensar que existirán los pobres, que a nuestros niños les va a faltar el pan, la leche, la carne, la salud y la educación ¿ Alguien puede pensar que estaríamos discutiendo de cuanto serian las retenciones?. No nos podemos quedar a mitad de camino, el problema del poder, y en manos de que clase esta el mismo, es lo que debemos poner en el centro de nuestras luchas. Los reformistas, sean del color que sean, están desde hace tiempo inhabilitados por su propia política para llevar adelante esta tarea.
Hace mas de cuarenta años el Che pronuncio la voz de orden para todos los revolucionarios, los trabajadores y pobres del continente “REVOLUCIÓN SOCIALISTA, O CARICATURA DE REVOLUCIÓN”

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