Desde hace 3 meses, asistimos al combate encarnizado que se libra entre el gobierno de Cristina Fernández y los productores rurales, a partir del aumento de retenciones dispuesto el 11 de marzo.
Tanto desde el gobierno como desde los medios de comunicación que actúan a favor de los intereses de los pools de siembra, se nos obliga a tomar partido por alguna de las facciones en disputa. Ambas posturas argumentan que están defendiendo los intereses del pueblo: el gobierno dice que el fin último de las retenciones es la distribución; y las entidades agrarias afirman que la plata que les quitan, aparte de significar una incautación de sus ingresos, solo va destinada a llenar las arcas políticas.
Pero una mirada mas minuciosa del conflicto nos permite ver que ninguno de los actores que sostiene esta disputa está interesado en promover una distribución más equitativa del ingreso, ni tampoco a poner en debate que la permanencia de este modelo conlleva a una mayor inequidad y empobrecimiento de las mayorías.
Como hemos dicho anteriormente, el gobierno de Cristina Kirchner no ha implementado medidas destinadas a terminar en forma urgente con las secuelas de este modelo, menos aún a cambiar dicho modelo. Prueba de ello es el notorio crecimiento de la pobreza en el último año, debido a la inflación que ha llevado los alimentos y bienes por las nubes y que se come los salarios; y sobre la cual el gobierno no hace más que negarla falseando los índices del indec.
Asimismo, a lo largo de estos años desde la administración kirchnerista y en connivencia con las grandes entidades agrarias (sociedad rural, coninagro, confederaciones rurales) se ha contribuido a generar un modelo agropecuario de concentración y extranjerización total de las tierras, de monocultivo de soja y destrucción del medio ambiente, dando lugar a la perdida progresiva de la soberanía alimentaria que el país tuvo históricamente.
No menos regresiva es la trayectoria de la mayor parte de las entidades agrarias. Exceptuando a la federación agraria que en sus inicios tenía un contenido progresivo (hoy puesto cada vez más en duda a partir de sus alianzas), el conjunto de las entidades agrarias conforman la representación histórica de los sectores más rancios de la sociedad argentina: la oligarquía mas recalcitrante, aquella que en el pasado reciente promovió y apoyo la dictadura militar, y que hoy en día se siente muy cómoda con el rol de proveedor de productos primarios que le asigna la globalización a Argentina.
Los grandes ausentes de esta contienda son precisamente aquellos que han sido los verdaderos perjudicados por las implicancias de este modelo: los 150.000 productores que han perdido sus tierras en los últimos años, los cientos de miles de peones rurales que constituyen el sector laboral que peor remuneración recibe en Argentina, y que trabaja en condiciones infrahumanas (sin obra social, sin jubilación, etc.); el millón y medio de campesinos y miembros de pueblos originarios que cada vez están mas acorralados frente a la sojización, y los millones de argentinos que ya no pueden comer un pedazo de carne o verduras porque la avaricia de los exportadores hace que los costos de los alimentos se asemejen cada vez mas a los precios internacionales en vez de responder a la situación del devaluado mercado interno.
Por lo tanto, es imperioso afirmar que este gobierno está muy lejos de promover un proyecto nacional y popular como así también es justo decir que los grandes productores rurales son solo una porción minoritaria de aquello que llamamos campo. Más específicamente, constituyen el sector más reaccionario del ámbito rural.
Ahora bien, sabiendo que no estamos con ninguno de estos sectores, no tenemos dudas en afirmar que estamos a favor de las retenciones a los grandes monopolios y pools de siembra, como así también de la ampliación y profundización de las mismas a otras áreas de la economía (actividad petrolera, minera, industrial, financiera, etc.). Forma parte de nuestra lucha torcerle el brazo al gobierno para que las retenciones sean destinadas al pueblo en salud, educación y trabajo.
Consideramos también que ha sido totalmente desacertado aplicar el mismo criterio de retenciones tanto al 20% que posee el 80% de las tierras, como al 80% de los pequeños productores que solo posee el 20% de las tierras del país. Esta igualación en la medida solo se explica a partir del afán recaudatorio de un gobierno que no tiene el mínimo interés en contemplar la situación de los pequeños productores.
Finalmente, si bien sabemos que ninguno de estos actores constituye una alternativa progresista al sistema, no podemos permanecer indiferentes al hecho de que viene gestándose un incipiente movimiento más conservador y regresivo aún que este gobierno, representado por las grandes entidades agrarias, la derecha mas recalcitrante del país (pro, recrear, coalición cívica, etc.) y los medios de comunicación. El acto del 25 de mayo demostró que una porción considerable de la población (sobre todo la volátil clase media) comienza a simpatizar con este bloque.
En tanto la izquierda y las organizaciones del campo popular no constituyamos una alternativa política y organizativa válida y con presencia real en el pueblo, debemos organizarnos para denunciar y detener esta avanzada regresiva, no en función de defender a este gobierno nefasto que se consume a pasos acelerados por su ineptitud y mezquindad; sino porque lo que se vislumbra como alternancia al gobierno de Cristina Fernández, no es ni por izquierda, ni por centroizquierda, por el contrario, va a llegar de la mano de un proyecto mas conservador y regresivo que implicara un mayor retroceso para el campo popular.
Concientes del estado actual de atomización de la izquierda, sabemos que la unidad en este momento no es un hecho posible, pero si resulta viable, a la vez que se hace urgente, conformar un espacio que fije posiciones y actué sobre los problemas más acuciantes del país.
Unidad de los que luchan
Es necesario construir un espacio de coordinación en donde prime el consenso y el respeto mutuo, y en donde más allá de las diferencias que tenemos, discutamos y pongamos en práctica con los trabajadores y el pueblo, las alternativas de lucha ante los grandes problemas del país, que ocultan tanto el gobierno como los medios de comunicación que responden a los grupos empresarios.
Un espacio de coordinación amplio en su convocatoria que empiece a fijar posición y a tener intervención ante la inflación, el aumento significativo de la pobreza, el negocio y la contaminación que significa la actividad minera, la nacionalización de los recursos estratégicos del país, el tren bala, el destino del superávit fiscal, etc. Estos son solo algunos de los temas que mencionamos a los que se pueden sumar una cantidad innumerable, que justifica poner esfuerzos en coordinar nuestras fuerzas para ofrecer una voz distinta al coro de mentiras que circulan cotidianamente.
La construcción de esta instancia de unidad, no significa resignar proyectos políticos propios, sólo presupone encontrar los acuerdos entre los distintos proyectos políticos para construir un espacio que nos permita salir de la dispersión y fragmentación en la que nos encontramos, que debemos superar entre todos.
80 años del nacimiento del Che / Rosario, 14 de junio de 2008
Frente de Organizaciones por el Poder Popular
MTL Rebelde + MoTOR + Mesa Coordinadora Barrial + Frente Universitario de Luján
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