Ayer se cumplieron 35 años del golpe de Estado perpetrado por Pinochet y pergeñado por el imperialismo contra el gobierno popular de Salvador Allende. Un gobierno que había iniciado fuertes reformas en beneficio de todo el pueblo chileno, y que desde luego, coartaba los intereses imperiales y de sus lacayos, opuestos a cualquier estado de bienestar popular.Hace 35 años, los pueblos latinoamericanos estaban en una etapa de avanzada contra su enemigo común, el imperialismo. Etapa que fue coartada a través del terrorismo de Estado impulsado por los EEUU, con la aniquilación sistemática de los luchadores populares.Hoy, vivimos nuevos procesos de avance popular en nuestro continente. Venezuela, Ecuador, Bolivia, son los ejemplos más claros donde los pueblos están tomando las riendas del Estado y avanzan hacia cambios profundos. Cambios que, como entonces, se oponen a los intereses de las oligarquías locales y, desde ya, a los del Imperio.Y como entonces, vemos que las artimañas imperialistas para intentar frenar estos procesos se ponen en juego. Ya lo vimos con el intento de golpe de estado en Venezuela en el 2002, o con las intentonas secesionistas en Bolivia.Nuevamente, y a pesar de que el pueblo boliviano en su inmensa mayoría dio el SI al proceso encabezado por Evo Morales, estamos frente a un nuevo intento de desestabilización, con la toma y el saqueo de las empresas públicas en las regiones de en Pando, Beni, Santa Cruz, Tarija y Chuquisaca. El mismo Evo marcó que las empresas asaltadas y saqueadas son aquellas que el gobierno nacionalizó, como la de telecomunicaciones. No es casualidad. Como no lo fue el golpe de 1973 en Chile, o el de 1976 en Argentino, por ejemplo.Y no es casual, que el embajador yanqui esté metido en medio de estas acciones. Por eso, Evo Morales expulsó al embajador estadounidense acusándolo de alentar el separatismo, manifestando públicamente que "Sin miedo al imperio, hoy declaro al señor Philip Goldberg como persona no grata", e inmediatamente le solicitó que retorne a su tierra.Bolivia es, al igual que Venezuela, canteras de recursos naturales valiosísimos para el imperio, como el gas y el petróleo. Y es inconcebible, para el águila de rapiña, que los pueblos latinoamericanos sientan el derecho –y lo ejerzan– de administrar sus recursos según las necesidades propias y no de las grandes empresas multinacionales del saqueo.Por eso nada es casualidad, ni la violencia alentada desde EEUU que se cobró la vida de al menos 9 hermanos bolivianos, y ejecutada por sus socios cipayos, ni la respuesta popular que, ante tamaña declaración de guerra, sale a las calles a defender sus derechos, a defenderse contra la agresión imperial, a pelear por una Bolivia libre, una Venezuela bolivariana, una Patria Grande latinoamericana, la misma por la que dieron su vida San Martín, Bolívar, Martí y el Che.
UNIDAD ANTIIMPERIALISTA POR UNA AMÉRICA LIBREPATRIA O MUERTE
MPR QUEBRACHO
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