24 jul 2008

EDICION ESPECIAL DE IZQUIERDA DE LOS TRABAJADORES

4 meses de movilizaciones derrotaron al gobierno en el Congreso:
¡Gran triunfo popular y de los pequeños y medianos productores!
¡Ahora vamos por los salarios!


La derrota del proyecto de ley ratificando la resolución 125 en el Congreso ha sido un gran triunfo popular, de los pequeños y medianos productores y de los trabajadores, y una dura derrota del gobierno de los Kirchner.
Esto fue el resultado de 125 días de lucha de los pequeños y medianos productores, que confluyó con el gran descontento social de las clases medias urbanas y que contó con la complicidad de los trabajadores, hartos de la inflación, de los bajos salarios, del aumento de la pobreza, de las mentiras y del autoritarismo K.
La gran manifestación de 200.000 personas realizada el 15 de julio en Palermo, cuatro veces superior a la manifestación de Néstor Kirchner en el Congreso, fue el punto culminante de esta gran rebelión. El Senado legalizó lo que la calle ya había sancionado.

Una gran pueblada del interior del país
Durante cuatro meses, el país presenció la más formidable rebelión de los pequeños y medianos productores y de la clase media del interior, que realizaron miles de cortes de ruta, tractorazos, una gigantesca movilización de 250.000 personas en Rosario, y la movilización de 200.000 personas en la Capital Federal.
Durante los años noventa desaparecieron 100.000 pequeños y medianos productores y miles más quedaron endeudados con el hacha de la ejecución en la nuca. La política de Néstor Kirchner a favor de las multinacionales y los grandes grupos económicos continuó la destrucción del campo iniciada en los noventa: cada día se cierran más tambos y se faenan más vacas, porque el gobierno mantuvo planchados los precios que paga a los pequeños productores, para beneficio de las acopiadoras cerealeras, de las grandes empresas lecheras y de los frigoríficos, casi todos extranjeros, a quienes favorece con enormes subisidos.
Ante la crisis de la ganadería, la lechería y otros cultivos, los pequeños y medianos productores se volcaron a la soja y se beneficiaron con el boom de los precios internacionales. El aumento indiscriminado de las retenciones a las exportaciones de la resolución 125 - iguales para el pequeño sojero del Chaco que para Grobocopatel con 100.000 hectáreas en la Pampa -, que coincide con el aumento internacional de los precios del combustible y los insumos como fertilizantes y herbicidas, amenazaba con mandarlos otra vez a la ruina llevándose puesto a decenas de miles.
No se trató, ciertamente, de una movilización obrera, ni de los peones agrícolas. Participaron en un mismo frente los pequeños y medianos productores de la FAA, con la Sociedad Rural de la vieja oligarquía, la CRA y Coninagro. Pero los actores ya no son los mismos de hace cincuenta años atrás.
Los nuevos enemigos son los pools de siembra y los fondos de inversión imperialistas favorecidos por el kirchnerismo, que han penetrado con una fuerza arrasadora en el campo argentino, que han comprado tantas tierras como toda la superficie de la provincia de Buenos Aires, y que buscan la quiebra de los productores pequeños y medios, para alquilarles o comprarles sus tierras.


La lucha fue contra esta política al servicio de las multinacionales.

La complicidad de los trabajadores
La rebelión agraria rebasó sus límites y se convirtió en la catalizadora del enorme descontento urbano contra los K. La clase media de las grandes ciudades, que ya había votado contra Cristina el año pasado, apoyó activamente la lucha con sus cacerolazos, al tiempo que la mayoría de los trabajadores de las grandes ciudades no acompañó al gobierno “nacional y popular”, por la bronca creciente con la inflación y los bajos salarios, la caída del poder adquisitivo, y el profundo descontento contra las mentiras y el estilo autoritario de los Kirchner.
¿Cuántos de sus compañeros en la fábrica, la escuela o el banco, fueron a los actos del gobierno por presión de la patota de Moyano? Ninguno.
La verdad es que el gobierno no pudo movilizar a los trabajadores en su apoyo, como se demostró en el último acto de Congreso. Ese día, a pesar de que la CGT decretó un paro con el fin de que los trabajadores pudieran asistir, los micros salían vacíos de las fábricas, y solo llegaban los micros pagados por los intendentes del gran Buenos Aires. Moyano ya no puede arrastrar a los trabajadores.

Un duro golpe al gobierno de las multinacionales que se disfraza de “setentista”
Se derrotó una medida fiscalista para hacer “caja” y pagar la deuda externa, dándole un duro golpe al gobierno de las multinacionales como YPF, las telefónicas, los frigoríficos y las cerealeras, y de los grandes grupos económicos nacionales, como Paolo Rocca y la UIA.
Cristina dijo que la medida era para redistribuir la riqueza, pero durante cinco años han planchado los precios a los pequeños y medianos productores para planchar los sueldos de los trabajadores y así subsidiar a sus amigos industriales, como la patronal metalúrgica, cuyo máximo exponente es Paolo Rocca de Techint, el mismo dueño de SIDOR en Venezuela, que hasta hace poco pagaba salarios de $1000 a sus obreros.
Néstor y Cristina se presentan como Perón y Evita contra la Sociedad Rural y el imperialismo. ¡Pero bajo Perón, la participación de los asalariados en la riqueza nacional era del 60%, bajo Menem del 45%, y bajo Kirchner de 40%!
Hoy existe más desigualdad social que con Menem, el trabajo en negro está igual que con de la Rúa (40%), los ricos pagan solo un cuarto de todos los impuestos, mientras que los trabajadores, con el IVA, ponemos la mitad. Y ahora pagamos el impuesto más injusto, la inflación, y esa sí que es móvil: 25% el año pasado y 30% este año. Para colmo, después de cinco años, la deuda externa es mayor que en el 2000: casi 150.000 millones de dólares, a pesar de haber pagado US $ 20.000 millones en los últimos cinco años.

Una derrota a los métodos totalitarios
La derrota de la resolución 125 en el Congreso fue un golpe a los métodos totalitarios del presidencialismo kirchnerista, que lleva cinco años gobernando por decreto, que convirtió al Congreso en una escribanía, que usurpó las facultades de fijar impuestos, que manipuló el Indec mintiendo en las cifras de inflación para ocultar el aumento de la pobreza.
Fue un golpe al método de la patota de d’Elía, Moyano y Guillermo Moreno, al método de la represión a los trabajadores del Indek, del Hospital Francés, de Mafissa, del Casino, de la Quiaca, de las Heras y a los pequeños y medianos productores en Gualeguaychú.
¡Las patotas del autollamado “gobierno nacional y popular” que acusan al campo de querer un golpe de estado, terminaron apedreando el Congreso al conocerse el resultado de la votación!
Hoy, el apoyo del gobierno ha quedado reducido al mínimo, 20% según las encuestas. Hace seis meses tenía 48 votos en el Senado y ahora 36. En la Cámara perdió 19 votos propios. Se le han escurrido gobernadores e intendentes, se rompió la famosa Concertación con los radicales K, y su vicepresidente, Julio Cobos, le votó en contra desempatando la votación.
Cristina, que nunca nombró a Perón durante su campaña electoral, hoy solo es apoyada por el esqueleto sin carne del peronismo: los intendentes del gran Buenos Aires, la CGT de Moyano, y los movimientos sociales de d’Elía y Pérsico, que viven de los planes sociales.
Quizás la principal consecuencia de esta derrota, es el desprestigio de Moyano, que la jugó toda con Kirchner. La CGT no solo no pudo movilizar sus bases, sino que se dividió, y en las fábricas los trabajadores quieren ajustar cuentas.

Mienten: no fue un triunfo de la derecha
Muchos activistas piensan que ganó la derecha. Ciertamente, la intransigencia del kirchnerismo permitió que revivieran Duhalde, Macri, Carrió. Pero no vemos con qué argumento se puede decir que éstos son más de derecha que Moyano, Scioli, Ramón Saadi (acusado de encubrir el crimen de María Soledad Morales en Catamarca que votó a favor de Cristina en el Senado), los intendentes Curto, Ischi, el carapintada Aldo Rico (funcionario de este gobierno, que se levantó en armas contra el gobierno de Raúl Alfonsín), Paolo Rocca, la UIA y la Asociación de Bancos.
Como en toda rebelión democrática y de las clases medias, hay distintos sectores que participan, incluyendo un sector de la burguesía y de los partidos patronales opositores, pero no nos dejemos engañar: el eje fue la masa de cientos de miles de productores pequeños y medianos y de la clase media del interior con el respaldo de la clase media urbana y la pasiva complicidad de los trabajadores, que al final simpatizaban cada vez más con el campo.
Por eso, las encuestas dicen que Julio Cobos, que desempató en contra del gobierno, tiene un 95% de popularidad.
Lo que el gobierno oculta es que también se fortalecieron los partidos de izquierda que apoyaron la lucha de los pequeños y medianos productores: Alderete y el PCR, Vilma Ripoll, Izquierda de los Trabajadores y otros grupos.
Lamentablemente, un sector de la izquierda - MAS, PTS, PO -, se autoexcluyó durante estos cuatro meses, adoptando una postura supuestamente neutral, gastando más energías en atacar al campo y a la izquierda que apoyaba el conflicto, en luchar centrar en la lucha contra el gobierno, debilitando la presencia de la izquierda como alternativa independiente.
Los Kirchner inflan a los partidos burgueses opositores e inventan un golpe de estado para ocultar la verdad: que los
agentes del imperialismo son ellos, y que la clase media y los trabajadores los dejaron solos.

Apoyamos la lucha, no la dirección
Este triunfo se obtuvo a pesar de la política conciliadora de la conducción de las cuatro entidades agropecuarias, que levantaron los cortes de ruta y desmovilizaron, facilitando que la resolución 125 fuera aprobada en la Cámara de Diputados, abrazándose con los diputados oficialistas, y que no intentaron unir su pelea con la de los asalariados, que enfrentan al mismo gobierno.
Estamos totalmente en contra del programa de Carrió y Macri, que es el de no tocar las ganancias de los empresarios del campo y de reducir al mínimo los impuestos. Este no fue el programa de la FAA y de los pequeños y medianos productores, que lucharon por un régimen de impuestos diferenciados que favoreciera a los más chicos, y que nosotros apoyamos. Estamos por precios justos para la carne, la leche y los productos agropecuarios, por una ley de arriendos que limite los alquileres para los grandes fondos de inversión, por impedir la compra de tierras a los fondos imperialistas, por una verdadera reforma agraria, por la creación de la Junta Nacional de Granos y de Carnes y por el monopolio del comercio exterior.

¡Vamos por los salarios!
Gracias a la derrota en el Congreso y a los 125 días de rebelión agraria, hoy los trabajadores estamos en mejores condiciones para exigir aumentos salariales que compensen la inflación, porque el gobierno se ha debilitado.
Como no les pudieron sacar la plata a los pequeños y medianos productores para pagar la deuda externa, van a intentar sacarnos a nosotros, pero le va a ser muy difícil porque están más débiles.
El ejemplo es Santa Cruz, donde en medio de la pelea con el campo, un parazo de petroleros y obreros de la construcción obtuvo importantes reivindicaciones. Ahora, el gobierno está ofreciendo levantar el mínimo no imponible, las asignaciones familiares y las jubilaciones.
Es necesario pelear por actualizar los salarios devorados por la inflación y por la reapertura de las paritarias, que es la discusión en todas las fábricas, oficinas y barrios populares.
Pero hay otras tareas. En las fábricas ya se está diciendo: “Ahora vamos por la burocracia”, porque identifican a Moyano entre los perdedores de esta contienda.

Luchemos por otro modelo
El modelo K no va más. Necesitamos luchar por otro modelo que empiece por nacionalizar YPF, las grandes propiedades, recuperar los ferrocarriles, la minería, la pesca y toda la riqueza que nos quitaron en los '90, y suspender los pagos de la deuda externa, para destinar esos fondos a un plan de obras públicas, salud y educación. En definitiva, marchar hacia la Segunda Independencia nacional.
Es necesario resolver la grave crisis política que abrió este conflicto, para lo cual es necesario convocar una asamblea constituyente que discuta una reforma política, la manera de distribuir los ingresos entre las provincias, y un plan económico al servicio de los trabajadores y el pueblo.
Izquierda de los Trabajadores
21-7-08

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