20 jul 2008

EDITORIAL “ASAMBLEAS EN RADIO”

SABADO 19 DE JULIO DE 2008
“Asambleas en Radio” es el programa de las ASAMBLEAS DEL PUEBLO
Se emite los lunes y jueves a las 17 hs. por AM 1530 CADENA ECO
y los sábados a las 11 hs. por AM 570 RADIO ARGENTINA
Conduce: FERNANDO MARTIN

La decisión adoptada ayer por el gobierno nacional, en el sentido de derogar la Resolución ministerial 125, que creó las retenciones móviles, cierra la peor semana po-
lítica que haya atravesado gobierno alguno después de la crisis del 2001-2002.
Una enorme pueblada, que vino desde el interior profundo hacia los barrios de las grandes ciudades, sorprendió al régimen al reunir, en Plaza Italia, una multitud como no habíamos visto en años. Más allá del apoyo al reclamo original de los chacareros, esa heterogénea, contradictoria y masiva confluencia de las clases medias de la ciudad y del campo y de organizaciones sociales, partidos de izquierda y grupos sindicales, expresó un fuerte rechazo hacia las políticas económicas y sociales del gobierno y hacia sus métodos fraudulentos y patoteriles.

Paralelamente, una menguada convocatoria oficialista, en el Congreso, reunida, alrededor del aparato sindical, municipal y del destartalado pejota bonaerense, escucha- ba a un Néstor Kirchner incoherente, errático y vehemente, prometiendo una justicia social de la que no ha hecho gala en cinco años de gobierno e intentando conmover a la concurrencia con una disparatada comparación con los últimos años del primer gobierno peronista.
Más allá de las discusiones sobre los números de ambas convocatorias, lo que quedó absolutamente en claro es que mientras el aparato kirchnerista agotaba, en ése acto, sus últimos cartuchos, una nueva y masiva realidad ponía sus pies en la Ciudad Capital y comenzaba a marcar otro ritmo, otras demandas y otros métodos en la política nacional.
Néstor Kirchner, aferrado a un pequeño círculo de incondicionales se transfor- mó, por obra y gracia de un pueblo movilizado en un “gran organizador de derrotas”. Es que las calles y las plazas opositoras fueron tan contundentes que lograron quebrar el enorme encanto de las banelco que, tradicionalmente, manejaron el senado.
En una sola semana, la más aciaga para la camarilla kirchnerista, el gobierno perdió la hegemonía histórica en las calles, la mayoría en el Senado, destruyó la alianza gubernamental con el radicalismo K, sufrió la deserción de 12 senadores propios sobre 48, el alejamiento del partido justicialista de Córdoba y Santa Fé y perdió a su vicepresidente, o, peor aún, instaló en el seno del poder ejecutivo la división que ya atravesaba a la sociedad.
En ese marco de extrema orfandad política, anticipado por todos los analistas y por cualquier encuesta seria, la derogación de la resolución 125 fue un trámite funera- rio pero no sólo para una política de retenciones agrarias sino para el régimen que el kirchnerismo pretendió perpetuar.
Una gestión de gobierno cerrada y al servicio de los grandes intereses concen- trados en los negocios energéticos y petroleros, en la entrega de los recursos mineros, en maniobras de comercio exterior, en el pago puntual de la ilegal y usuraria deuda externa, en oscuras licitaciones de obra pública, en un capitalismo de amigos, socios y testaferros, en el monopolio del juego y en las prórrogas discrecionales de concesiones de servicios públicos de dudosa legalidad a empresarios amigos, fue acumulando tensiones con el resto de las clases dominantes, hasta que hizo explosión en la revuelta agraria.
A todo ello hay agregar el gran malestar popular por el crecimiento imparable de los precios y servicios, sobre todo de los productos básicos, la caída en la demanda de empleo, la consecuente perdida del poder adquisitivo de los salarios, el aumento de los alquileres y el continuo deterioro de servicios públicos esenciales tales como el trans- porte, la salud y la educación.
Si a todo eso se lo combina con la mentira sistemática del INDEC, con el patoterismo autoritario de gente como Moreno, D Elia y Pérsico, y con un doble discurso que hace del populismo pregón y del liberalismo religión, encontraremos las claves para entender lo que el primer esposo, fiel a su tradición feudal, no pudo y no supo ver.
La caída de la Resolución 125 es, en realidad, prólogo de una caída mucho más importante y más anunciada, la del kircherismo. Por delante y por encima de los sueños de hegemonía de los que sólo quedan añicos, el gobierno tiene un desierto por atrave- sar. Todos los heridos, todos los despreciados, todos los ninguneados, todos los nega- dos, todos los maldecidos, todos, absolutamente todos, por derecha y por izquierda, por arriba y por abajo, están haciendo cola para cobrarse las afrentas recibidas en estos cinco años.
El “establishment” está pidiendo la cabeza de Moreno, la jaula para Jaime y De Vido, el escarmiento para D Elía y Cía, el silencio para los De Petris y Bonafini y, lo que resulta cualitativo, el destierro y el ocaso para el primer esposo.
El “establishment” está exigiendo un gobierno de consenso intercapitalista, un gobierno de notables al servicio de los intereses más tradicionales, un gobierno que amortigue y pacifique las tensiones sociales a punto de estallar y que trate de armonizar y controlar los reclamos intersectoriales.
Las clases medias movilizadas y el pueblo trabajador -que ha seguido todo este proceso en estado deliberativo- están reclamando otro tipo de salida: una política económica al servicio del pueblo y la nación; una sociedad justa y solidaria, una refor-
ma política que democratice las instituciones; decisiones económicas que ataquen el poderío de los grandes monopolios del comercio, la usura, la industria y la tierra; el reconocimiento de la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, el restablecimiento de la dignidad jubilatoria, el urgente aumento de los planes sociales, la mejora de los servicios públicos, la solución al drama de la vivienda, etc. etc.
Estas demandas, entre otras, constituyen la verdadera agenda a la que debe atenerse cualquier solución política a ésta crisis de gobernabilidad que aspire a encami-
nar, mínimamente, ,la situación por la que estamos atravesando.
Sin embargo, éstas demandas no figuran ni en los planes desesperados de supervivencia del kirchnerismo ni en los cálculos de recambio del “establishment”. Unos y otros comienzan a disputar, en un nuevo escenario, el de la crisis del gobierno,
quién va a seguir administrando la decadencia colonial del país, quién va a certificar la degradación de la nación argentina, quién representa mejor los intereses de los amos, a cambio de los treinta famosos denarios, las treinta monedas de plata con la que les pagarán.
Por lo mismo, debemos decir que ésta crisis incuba otra crisis venidera en la que estará en discusión la esencia misma de la Nación, que no es otra cosa que los intereses
supremos del pueblo trabajador organizado en sociedad libre y solidaria.
RUBEN SABOULARD

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