6 mar 2008

M-28: LA BOTA IMPERIALISTA TIENE UN NUEVO SANTANDER EN ESTE MILENIO.

La bota imperialista tiene un nuevo Santander en este milenio.

Álvaro Uribe Vélez: ¡Fascista y Genocida!

El vil y cruento asesinato del camarada y líder combatiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo, Raúl Reyes, el pasado sábado 1 de marzo del 2008, reconfigura por completo el escenario político-militar de la región. El advenimiento de una nueva crisis diplomática en América Latina como consecuencia directa de tan lúgubre operación, no sólo constata la envergadura, legado e importancia del camarada Raúl Reyes para la causa de las luchas revolucionarias en el mundo entero.

Al mismo tiempo, evidencia que el conflicto social y armado de Colombia sustentado en la búsqueda legítima de la igualdad social, amerita, por su propia esencia, un enfoque internacionalista. Por ello, el Estado colombiano, en el marco de la misma filosofía de la “guerra preventiva”, convierte el genuino derecho a la autodeterminación de los pueblos en un privilegio otorgado por quienes hablan de la “lucha contra el terrorismo”.

Los suntuosos destellos del descorche de champagne que retumbaron en la noche bogotana del 1 de marzo, los rostros risueños de los generales y voceros oficiales ante el dantesco escenario, y el funesto jolgorio propiciado por la rancia oligarquía colombiana y sus aliados internacionales, constatan el cinismo y carácter genocida del imperialismo estadounidense y sus lacayos regionales. A tan sólo dos días de haberse concretado la liberación de cuatro ex-congresistas retenidos por las FARC-EP, el régimen uribista, auspiciado por las fuerzas imperialistas, emprenden una acción militar de tales magnitudes que coloca en la borda el necesario del acuerdo humanitario. Se corrobora, al mismo tiempo, el incremento de las operaciones militares desde que el presidente Chávez asumiría el rol de intermediario en las negociaciones para la paz en Colombia.

Violando flagrantemente la soberanía ecuatoriana y las disposiciones del derecho internacional público, el gobierno colombiano instituye el irrespeto y el horror como rasgos distintivos de sus prácticas políticas para América Latina. Queda claro, por tanto, que no existe la menor voluntad política por parte del régimen de Álvaro Uribe Vélez para avanzar en la concreción de un acuerdo humanitario y la búsqueda de una solución negociada y pacífica al conflicto social y armado que viene atravesando la hermana nación en los últimos 50 años. Igualmente, se reivindica el carácter instrumental y el rol sumiso al que viene siendo sometido el Estado burgués colombiano, y pone en evidencia las luctuosas e infames pretensiones ya denunciadas sobre el “Plan Colombia”, en tanto plataforma de operaciones para el despliegue de acciones militares por parte de los Estados Unidos que propendan al control no sólo de la otrora Nueva Granada sino de toda la región suramericana.

Mientras los agentes locales e internacionales del imperialismo encargados de sedimentar la opinión pública intentan maquillar y encubrir el rol activo de los Estados Unidos en tan abominable acción, ostentosos editoriales de la prensa estadounidense reflexionan, reconocen y evalúan los resultados de ésta operación. Con el título de “Caída de un Rebelde. La Conexión estadounidense”, la revista Time señala y asienta el vínculo directo de la administración Bush con el supuesto “Plan Anti-Narcótico” convertido en un “Plan Anti-insurgente”. En definitiva, todo un aquelarre mediático de descaros e hipocresías que pretenden desmoralizar las filas revolucionarias a nivel mundial.

Se equivocan, la Oligarquía colombiana y el imperialismo estadounidense si creen que el asesinato de Raúl Reyes supone el principio del fin de la legítima insurgencia colombiana. Omiten, los ostentosos generales colombianos y sus asesores gringos, que la experiencia acumulada por más de 40 años en el terreno político-militar y la solidez de un ejército popular organizado, proveen invalorables herramientas para la superación de cualquier circunstancia. Olvidan, en su frenética celebración, que la muerte de un camarada en combate enaltece el orgullo y eleva el compromiso de los revolucionarios que deciden tomar las armas para surcar las aguas del turbulento océano de la revolución. El pueblo colombiano y los heroicos combatientes revolucionarios que día a día ofrendan sus vidas por el bien colectivo, no sucumben y admiten los sollozos, sólo se enaltecen ante el reto y se subordinan ante la fuerza más expedita de la humanidad: la voluntad popular. Del sacrificio heroico de unos revolucionarios, dependerá la felicidad de todos…

Con Bolívar, con las FARC-EP y los caídos en combate decimos…
¡FUERA EL IMPERIALISMO Y SUS LACAYOS DE NUESTRA AMÉRICA!

Movimiento Revolucionario / Marzo-28
Comité Político Central
Venezuela, marzo – 2008

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