César Méndez, víctima de los narcos y de la ausencia estatal para garantizar derechos
La Comisión Provincial por la Memoria (CPM) se solidariza con la familia de César Méndez, vecino y militante del barrio Cuartel V de Moreno, asesinado por integrantes de una banda de narcos que opera en ese territorio. Este hecho da cuenta de la violencia que sacude a los barrios populares de la provincia de Buenos Aires y del país.
Además de la falta de salud, educación, vivienda e infraestructura
adecuada para desarrollar una vida digna en el hábitat apropiado, la
ausencia del estado se expresa también en una acción policial que
convive con el delito y lo administra, al mismo tiempo que vulnera los
derechos de aquellos a los que debe proteger.
El caso sigue impune, pero la movilización de los vecinos y compañeros de militancia sigue exigiendo justicia, pleno esclarecimiento del hecho y una presencia del estado que garantice derechos.
Lo cierto que es hoy, pese a un discurso retórico de “guerra contra el narcotráfico", las bandas de traficantes ocupan territorios y pretenden dominarlos con el ejercicio de la violencia y al amparo de la policía. César era uno de los tantos que ofrecía su esfuerzo y solidaridad -esa que escatima el estado- para paliar las injusticias y evitar hechos como el que trágicamente puso fin a su vida. Participaba de un merendero en el marco de las actividades que desarrolla el movimiento popular La Dignidad, al que pertenecía: uno de los ejemplos que muestra las urgencias que el estado no atiende y la solidaridad que emerge desde abajo frente a las violencias de arriba.
Hace unos días, la Pastoral Nacional de Adicciones y Drogodependencia pidió la declaración del estado de emergencia para que no haya ni un pibe menos por la droga; lamentablemente, esas muertes se siguen sucediendo día a día.
Cuando los medios hablan de inseguridad, señalan e estigmatizan a muchos barrios como “nidos de delincuentes”; sin embargo, lejos de ser los victimarios, los vecinos de estos territorios son los que más padecen la inseguridad. La respuesta del estado es la saturación policial del barrio, pero no para prevenir el delito ni proteger a los vecinos sino para reprimirlos y controlarlos. Así son doblemente víctimas: de las bandas de narcos y de la policía. Además de las múltiples violencias que produce la ausencia del estado como garante de derechos.
La memoria de César y de tantos otros debe señalar el camino a los gobiernos para orientar prioritariamente sus políticas hacia la agenda urgente de las grandes mayorías.
El caso sigue impune, pero la movilización de los vecinos y compañeros de militancia sigue exigiendo justicia, pleno esclarecimiento del hecho y una presencia del estado que garantice derechos.
Lo cierto que es hoy, pese a un discurso retórico de “guerra contra el narcotráfico", las bandas de traficantes ocupan territorios y pretenden dominarlos con el ejercicio de la violencia y al amparo de la policía. César era uno de los tantos que ofrecía su esfuerzo y solidaridad -esa que escatima el estado- para paliar las injusticias y evitar hechos como el que trágicamente puso fin a su vida. Participaba de un merendero en el marco de las actividades que desarrolla el movimiento popular La Dignidad, al que pertenecía: uno de los ejemplos que muestra las urgencias que el estado no atiende y la solidaridad que emerge desde abajo frente a las violencias de arriba.
Hace unos días, la Pastoral Nacional de Adicciones y Drogodependencia pidió la declaración del estado de emergencia para que no haya ni un pibe menos por la droga; lamentablemente, esas muertes se siguen sucediendo día a día.
Cuando los medios hablan de inseguridad, señalan e estigmatizan a muchos barrios como “nidos de delincuentes”; sin embargo, lejos de ser los victimarios, los vecinos de estos territorios son los que más padecen la inseguridad. La respuesta del estado es la saturación policial del barrio, pero no para prevenir el delito ni proteger a los vecinos sino para reprimirlos y controlarlos. Así son doblemente víctimas: de las bandas de narcos y de la policía. Además de las múltiples violencias que produce la ausencia del estado como garante de derechos.
La memoria de César y de tantos otros debe señalar el camino a los gobiernos para orientar prioritariamente sus políticas hacia la agenda urgente de las grandes mayorías.
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